Santa María de las Nieves, Iglesia parroquial de Benacazón, fue originalmente un templo mudéjar al que, a comienzos del siglo XVI, se le añadió una capilla colateral, dedicada actualmente al Sagrario. En su principio, debió pertenecer a Don Fernando Portocarrero, señor del lugar, pues los albaceas del mismo contrataron en 1618 la realización de un retablo con el taller sevillano de Martínez Montañés.
De las tres portadas del edificio, la más interesante es la principal, adintelada entre pilastras cajeadas, rematadas por un frontón recto, en cuyo centro aparece la Giralda entre jarras y azucenas, armas de la Catedral de Sevilla.
El retablo mayor es, en su mayor parte, del último cuarto del siglo XVII. En la hornacina principal se venera a la titular, Nuestra Señora de las Nieves.
En el ático está el Cristo del Crucero, la imagen más antigüa de la iglesia del siglo XV.
La Capilla del Sagrario posee un retablo sin dorar, obra de Martínez Montañés en 1618. En su hornacina central está la Virgen de la Granada, de 1540 (restaurada en 1879), realizada por un artista próximo a Roque Balduque, y de la que se cuenta que fue hallada en la cruceta de un pozo del cortijo de la Torre del Guadiamar. Sobre ella hay pinturas de una Virgen con Niño, de la escuela sevillana de la segunda mitad del siglo XVII, próxima a Murillo.
En la Iglesia también se venera a la Virgen del Rosario, realizada por Castillo Lastrucci, de la que los benacazoneros también son muy devotos.
Espacioso edificio, de una sola nave, al que en el siglo XVII se añadió otra. La nave central en sus orígenes es mudéjar . El edificio de la capilla se levantó junto al muro derecho de la capilla mayor de la iglesia, de origen mudéjar esta última, y fue reformada y ampliada en 1.632, con el resultado de un espacio de planta rectangular, con suaves pilastras rematadas en ménsulas a modo de capitel, y una cornisa sobre la que se asienta la bóveda de cañón de tres tramos con arcos fajones y lunetos, decoradas con pinturas murales de época posterior. Para su adorno y servicio litúrgico fue concertado el 8 de Mayo de 1.618 un retablo con el maestro escultor y arquitecto de retablo Juan Martínez Montañés ( 1.568 1.649 ). La obra le fue encargada por D. Pedro de Guzmán, vecino en estos años de la villa de Benacazón y albacea testamentario de D. Fernando Portocarrero. En la escritura contractual se dice que dicho retablo debe medir cuatro varas y media de alto por ocho pies y una pulgada de ancho, es decir, debía cubrir por completo el arco de la capilla. Es muy interesante el hecho de que don Pedro de Guzmán quiso que el artista tomase como modelo un retablo que existía en el convento de monjas de la Encarnación de Sevilla, en la capilla donde estaba enterrado el venerable padre Fernando de Mata, y que debió ser muy del gusto del citado albacea. Indica el artista que el retablo de Benacazón debía ser algo más pequeño, porque no se disponía del mismo espacio y que debía añadir al modelo mencionado “ dos escudos de armas enriquecidos con sus tarjetas italianas con muy linda talla en los espacios de los compartimentos con tanta gracia y arte que sea lo mejor que se pudiere hacer en el presente tiempo que estamos. Es curioso también que el autor del encargo exige que el dorado del retablo se lleve a cabo en la propia iglesia, condición explicable por la residencia en el pueblo de don Pedro de Guzmán. La Capilla Sacramental está presidida por el retablo sin dorar, concertado en 1.618 por Juan Martínez Montañés con D. Pedro de Guzmán, albacea de D. Fernando Portocarrero para que centrase la capilla sepulcral que el difunto había dotado en la iglesia parroquial de Santa María la Blanca de Benacazón.


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